Castilla y León es una de las tres comunidades entre las mayores productoras de forraje del conjunto del país junto a Aragón y Cataluña. Abarcan la mayor parte de la superficie de un cultivo que en un 70% se destina a mercados exteriores, y que busca crecer en el mercado interior debido a las ventajas que aporta a la alimentación animal.

Los forrajes son la base de la alimentación de cualquier herbívoro. Su alto contenido en fibra es imprescindible para mantener el equilibrio ruminal, que previene enfermedades digestivas en el ganado como la acidosis. Tiene también un alto valor nutricional.

Pero, además, este tipo de alimentos tienen otras ventajas. Entre ellas, su bajo precio y la poca cantidad de agua y poco espacio que requieren, contribuyendo así a la mejora de la rentabilidad de las explotaciones. Al no depender de factores climáticos, pueden producirse en zonas áridas y en suelos con dificultades causadas por la erosión.

La alfalfa es la planta forrajera más cultivada en España. Según la Subdirección General de Cultivos Herbáceos e Industriales, ha duplicado su precio por tonelada en los últimos quince años.