Las claves de un forraje de calidad.

Uno de los parámetros que se utilizan para determinar la calidad alimentaria de un forraje es el denominado Valor Relativo del Forraje (RFV por sus siglas en inglés).  El RFV estima la energía digestible ingerida, el cual se calcula a partir de la digestibilidad de la materia seca y de la ingestión de la materia seca. Fue el botánico Rohweder quien, junto a otros científicos, obtuvo la fórmula para obtener este índice. Es la siguiente:

RFV = (88,9 – 0,779 x FAD) x (120 / FND) / 1,29

Las siglas FAD corresponden al valor de fibra ácido-detergente y FND al valor de fibra neutro-detergente.

En definitiva, una alfalfa de calidad ha de tener alto contenido en proteína bruta y bajo en fibra. La misión del agricultor es producir alfalfa de calidad; sin un buen forraje de partida no se obtiene un buen deshidratado.

No obstante, y al margen de fórmulas y ecuaciones, la clave para tener un alfalfa de máxima calidad depende de dos factores: la elección del momento del corte y el control de las malas hierbas.