La sequía va a ser el principal lastre de la campaña de alfalfa 2023-2024. Así lo estima el sector, que ve con pesimismo esta nueva temporada por lo que hace un llamamiento a las autoridades para que tomen decisiones que ayuden a paliar los problemas del sector de los forrajes deshidratados. El sector prevé una caída del 50% en la producción, que puede poner en entredicho la viabilidad de muchas industrias deshidratadoras.

Ya en la campaña anterior, la producción de forrajes deshidratados experimentó un descenso del 13%, con un descenso en todas las Comunidades productoras. En Castilla y León, la caída de la producción fue del 14%, según los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA).

No obstante, este descenso no fue inesperado ya que la superficie de cultivo se redujo en un 8% en la campaña 2022-2023. Además, los productores han tenido que hacer frente a la escasez de agua y las elevadas temperaturas que propiciaron la aparición de plagas.

En cuanto a la distribución de los productos fabricados en la última campaña, las balas de alfalfa fueron el principal producto, con una cuota del 55% del total de las ventas, seguido de los pellets, que totalizaron el 20% del total. Otros forrajes, así como la avena forrajera, completaron el mercado.

Pese al descenso en la producción, las ventas de forrajes deshidratados han tenido ventas “positivas”, según AEFA. La gran demanda del principio de la campaña hizo que se vendiera según se producía tanto en el mercado nacional como en el internacional.